miércoles, 2 de marzo de 2016

Black Mirror

A finales de 2011 caía el estreno de esta serie como una bomba que arrasaba el panorama televisivo. Del Reino Unido venía una serie extraña, un compuesto de tres capítulos independientes que no dejaba indiferente a nadie. Charlie Brooker volvía a impactar tras su recordada miniserie Dead set: Muerte en director (2008), mezcla de la cultura Gran Hermano con zombis. Black mirror adquirió una merecida fama de clásico instantáneo y sirvió para confirmar por enésima vez el buen estado de la televisión británica. Es útil, pertinente y una evidentísima criatura de su tiempo. Año y medio después, las enormes expectativas no le hicieron ningún favor a la 2ª temporada, menor aunque contenga el mejor capítulo de los seis. Pero es que nada podría haber hecho justicia al impacto vivido ese noviembre de 2011. Lo más recomendable es disfrutar cada entrega como lo que es, una creación audiovisual que se defiende por sí sola y que provoca reflexiones necesarias e incómodos sentimientos en el espectador. No se puede decir eso de cada producto televisivo, así que es mejor aprovechar la oportunidad y sumergirse en las distopías de Brooker.

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